domingo, 23 de agosto de 2020

Mi acercamiento a Trujillo

Por: Joaquín Balaguer


La campaña política para la promoción de la candidatura Trujillo-Estrella Ureña como presidente y vicepresidente de la República, se inició en Montecristi con una proclama en la que el entonces Jefe del Ejército trató de vencer la resistencia con que su nombre tropezó en la parte más sana del electorado nacional, con la famosa frase: "No hay peligro en seguirme".

Cuando los candidatos llegaron a Santiago, tras un breve recorrido a través de las principales poblaciones de la línea noroeste, los dirigentes de esa ciudad de la llamada Confederación de Partidos, me escogieron para pronunciar desde las galerías del club Santiago el discurso central de ese recibimiento multitudinario. El discurso que pronuncié al día siguiente en la manifestación política organizada en honor de ambos candidatos en la capital de la República , sirvió de pretexto para mi primer encuentro personal con el hombre que por más de 30 años había de dirigir autocráticamente a la Nación.

En mi habitación del Hotel Palace, propiedad a la sazón de doña Caridad de Marchena, recibí de improviso, en horas de la noche, la visita de dos oficiales que me transmitieron el deseo de Trujillo de que fuera a verle a su residencia, situada en uno de los chalets anexos a la mansión presidencial, el antiguo palacete que había servido de sede a la Receptoría General de Aduanas...El futuro dictador me recibió con muchas muestras de cariño en presencia de su esposa, doña Bienvenida Ricardo, ligada a mí por estrechos vínculos de familia. Poco después me tomó del brazo y me condujo a una habitación con vista al jardín cubierto de césped, diciéndome con voz clara, propia del hombre acostumbrado a impartir órdenes: "Deseo que te hospedes aquí, pues te voy a necesitar en el recorrido político que haremos en todo el país". Uno de los oficiales que me acompañaron desde el hotel había ya puesto sobre una silla una pequeña valija con mis pertenencias personales.

Foto: Dr. Joaquín Balaguer toma juramento al Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo como gobernador de Santiago.

FUENTE: Joaquín Balaguer, "MEMORIAS DE UN CORTESANO DE LA ERA DE TRUJILLO", Decimocuarta edición, Editora Corripio, pág. 56


EL ENCUENTRO ENTRE DOS GRANDES: Balaguer y Kissinger

Por: Héctor Silvestre hijo


El 6 de junio de 1976, el presidente dominicano Joaquín Balaguer recibió una visita muy importante. Se trataba del secretario de estado norteamericano Henry Kissinger, quien llegó al país acompañado de su esposa Nancy.

En su discurso Kissinger dijo lo siguiente:

"Éste año de 1976 tiene un significado especial para nosotros. En Estados Unidos celebramos el bicentenario con una renovada consagración a nuestros ideales. Para ustedes, es un año de homenaje a un gran líder dominicano: Juan Pablo Duarte. Al igual que Jefferson y Bolívar, Juárez y Lincon, Duarte aportó a las Américas un patrimonio de amor hacia la humanidad y así a la patria.

Usted, señor Presidente, distinguido historiador y discípulo de Duarte, ha tenido una oportunidad que tan trágicamente se le negó a Duarte. Durante casi 10 años, ha podido dirigir el curso de su país, apartandolo de la intranquilidad política y económica hacia la paz, la prosperidad y la libertad".