En República Dominicana el que es dirigente comunitario (como casi en todo, con algunas excepciones), sueña con ser regidor. El regidor aspira a un escaño como diputado. El diputado trabaja duro para ser alcalde. El alcalde anhela llegar a senador. El senador hará lo posible (y lo imposible) por ser presidente de la República. El presidente de la República, luego de algunos meses en el cargo, llega a la conclusión de que es mejor y más favorable ser primer ministro japonés, rey de inglaterra o presidente de EEUU, porque son naciones desarrolladas y con una deuda social relativamente baja en comparación la nuestra. "RD resulta un Estado muy difícil de gobernar", expresan algunos analistas.
El empresario quiere ser político; el político, da un tumbe para convertirse en empresario.
Muy pocos llevan, desde su posición, una agenda para hacer de su trabajo las cosas de la mejor manera posible. Al final de cuentas es la suma de acciones de cada actor, desde sus respectivos quehaceres, y no el trabajo de un solo hombre lo que va a provocar el salto hacía el anhelado desarrollo.
Que lastima que aun no entendamos aquellas palabras del novelista y dramaturgo alemán, Johann Wolfgang von Goethe, cuando dijo: "Si cada uno limpia su acera, la calle estará limpia".
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